El fuerte de los Castricians
Es una construcción militar situada en la parte alta y más al oeste del pueblo, cerca de la cresta rocosa, a unos 63 metros sobre el nivel del mar, a lo largo de la vía dei Castriciani, que desde la plaza de la Inmaculada conduce al cruce de las calles Montecastro y Duomo. El fuerte tiene una planta semicircular en el lado sur, con muros de más de 3 metros de espesor en la parte superior, un plano cuadrado en el lado orientado al noroeste, y una cuña en el lado noreste, con muros de un metro de espesor. Se eleva a unos 6 metros de la base rocosa, que en cambio es aflorante dentro del lado poniente. Su planta es, por lo tanto, la consecuencia de la unión geométrica de las erupciones rocosas, es decir, una forma irregular que mide un máximo de 37 metros de largo y 12 metros de ancho.
Dentro de su perímetro, en la parte noroeste son visibles dos ambientes bajo el nivel de pisotón. El primero de unos 2×2 metros, tallado entre las rocas y cubierto por un solario en damuso en piedras y mortero, con una pequeña ventana en la pared rocosa que mira al mar. El otro ambiente, sin cobertura, porque probablemente se derrumbó, mide 8×6 metros, está equipado con una pequeña bañera para la recogida de agua de lluvia y una escalera que accede al piso del fuerte.
Nada impide pensar que otros ambientes pueden ser englobados por la estructura del fuerte: sería deseable un estudio con investigación estratigráfica para comprender mejor la arquitectura y la presencia de posibles testimonios históricos.
La datación es un tema difícil. El fuerte ya está presente en la cartografía antigua del ‘600, el Piaggia, en su obra de 1853, Ilustración de Milazzo, reporta una nota extraída de un manuscrito de Marco Aurelio Catanzaro, que lo enumera entre las fortificaciones presentes después de la guerra de 1718-19. Il Ruolo, que en 1972 fue el primero en registrar los bienes culturales de Milazzo, entre ellos el «fuerte de los Castriciani», atribuye la construcción a la segunda mitad del siglo XVI. Durante el período borbónico tuvo su sede un telégrafo óptico.
Ciertamente, además de su valor de testimonio histórico, sigue siendo su excepcionalidad como punto panorámico: son visibles los dos mares y la vista abarca desde las islas Eolias hasta Capo Rosocolmo. Oportunamente recuperado y valorizado debería convertirse en una parada del itinerario histórico-cultural dentro de nuestra ciudad.
Fulco C., Picciolo L., Le torri di Milazzo – 2. Il Capo, in Milazzo Nostra