Santuario de San Francisco de Paola

Fue construido por el mismo Santo en el sitio de una antigua iglesia de S. Biagio dei Ragusei, durante su residencia en Milazzo a partir de enero de 1465 y dedicado a Jesús y María.
La perspectiva actual es el resultado de reestructuraciones sucesivas, sobre todo después del asedio de 1718.

La fachada, en piedra rosada de Siracusa, es de estilo barroco y dos columnas con capiteles corintios sostienen el balcón de hierro forjado. En la parte superior de ella un gran escudo Charitas con rayos. A los lados se abren las ventanas de fantasía adornado rococó. Fue radicalmente restaurada en el siglo XVIII con una escenográfica escalinata donde encontramos la estatua de S. Francesco di Paola, realizada en 1760.
El convento, adyacente al santuario, ha sido en parte utilizado como escuela, en los años pasados, y en parte, todavía hoy, en la sede de los Carabinieri. La entrada norte (hacia el Castillo) es del 1600 con decoraciones de 1700; el lado este (en Levante) entra en la planta baja del claustro, tan antiguo como la iglesia.

Los dos altares de la izquierda, en cambio, ven el primero caracterizado por un retablo del siglo XVIII que representa a S. Francesco Saverio con la Virgen, S. Onofrio y S. Giovanni Nepomuceno, el segundo una Capilla dedicada a Jesús y María enteramente revestida de decoración rococó de madera tallada y dorada sobre espejos que tiene, En su interior, un nicho en el que se coloca una pequeña escultura de alabastro de la Virgen con el Niño. A ellos se alternan cuadros de mármol que contienen seis lienzos que representan episodios de la vida del Santo.

El altar mayor, encargado en 1751 por el barón Paolo Lucifero (cuyo escudo de armas está situado en los dos extremos del altar), está adornado con dos esculturas de mármol alegóricas: la esperanza y la fe. El nicho superior, que encierra la efigie de S. Francisco, es obra del 1916 de Gaetano Recupero y ocupa el lugar del cuadro del Santo, destruido en el incendio del 10 de mayo de 1908, donde se perdieron también obras altas que enriquecían el santuario. Los catorce asientos del coro en nogal que envuelve el altar mayor remontan a 1759-60. Imponente el coro, realizado en 1760, dentro del cual se encuentra el órgano y coronado por la famosa viga del milagro.

La sacristía alberga un hermoso mueble barroco en nogal de 1693, un lavabo en mármol policromado de elegante factura y un Crucifijo en madera del siglo XVII. En el tesoro del santuario: un relicario de 1772 con la Berrettella del Santo, donada en 1518 por el francés Padre Francesco Cerdonis, V General de los Mínimos; un relicario con un brano del manto de S. Francesco (siglo XVIII); calicios, ostensorio e incienso de la misma factura; cinco paliotti bordados en oro y planchas del siglo XVII y el siglo XVIII y dos crucifijos de madera. También son importantes los numerosos monumentos sepulcrales en las paredes y la cripta con altar de estuco donde se colocaron los restos del padre Francesco Cerdonis (1518), antes mencionado, y de Angela Leonte (1559), virgen terciaria muerta en fama de santidad. Para recordar el convento adyacente que dio acogida a personajes eminentes como el virrey Ettore Pignatelli (principios de los años veinte del ‘500), el príncipe Emanuele Filiberto de Saboya, el virrey Felipe II de España (1622) y, en 1678, Ludovico Fernandez Portocarrero, Cardenal, Arzobispo de Toledo; en una de las habitaciones en la planta baja del mencionado convento se ha encontrado, en los años treinta del siglo pasado, un importante mosaico de época helenística – romana (II sec. aC), testimonio de la existencia en esa zona de un edificio público o de una villa patricia de cierto valor.