Cruz procesional

Autor: Bonaventura Caruso (activo en la segunda mitad del sec. XVIII)

Fecha: 1779

Material: plata en relieve, cincelado y amoldado con piezas fundidas; bronce dorado

Dimensiones: cm 94×46,5×19

Punzones: Marca de la Casa de la Moneda de Messina, P.L. 79, P.C. (en todas las secciones de las láminas)

Lugar: Milazzo, catedral de Santo Stefano Protomartire

El estilo del maestro Bartolomeo Caruso y de la tienda que se distingue por la marca «P.C.» aflora con evidencia en este precioso mobiliario litúrgico pertinente al tesoro de la iglesia madre. La Cruz procesional, en lámina de plata sobre soporte de madera, está enriquecida por un doble marco mistilineo y tablas polilóbulos con espejos dorados; La terminación inferior se enrosca en un nudo conformado a vaso de considerables dimensiones adornado con volutas foliáceas y elementos rocaille. En el anverso se inserta la figura en redondo del Christus patiens, de bronce dorado a fuego, insertada sobre una segunda silueta en cruz caracterizada por campos subcuadrados trabajados con retícula o líneas paralelas. En las terminaciones destacan en relieve, realizadas a cera perdida, las imágenes a medio busto de los Evangelistas: Lucas con el toro, Juan con el águila y Mateo con el ángel, en la parte inferior se aplica un medallón de finales del siglo XIX que representa a la Virgen con el Niño. En el reverso está colocada la Virgen Assunta, embellecida por el amplio manto de cobre dorado, pero sin la parte inferior de la túnica; en los extremos están montados, siempre modelados en relieve, los santos Pedro, Pablo, Esteban y Nicolás. La pieza lleva el sello consular de Placido Lancella «PL.79», el escudo cruzado de la Casa de la Moneda de Messina y la marca «PC.» correspondiente al fabricante.

La obra es atribuible a los modos del platero de Messina Bonaventura, no solo por la presencia del punzón «PC.», ya encontrada también en el ostensorio de San Giacomo, con certeza referenciable al Caruso, pero sobre todo por las afinidades formales y técnicas ejecutivas que se aprecian entre las dos obras, ambas distinguidas por un articulado programa iconográfico y por la misma pericia técnica ejecutiva. Los pocos elementos que constituyen la estructura de la pieza, formada por el perfil mistilineo de los montantes replicado por las volutas en C opuestas en las tablas denotan, en la interpretación calibrada y elegante de la estructura, la necesidad de una simplificación y sobriedad típica de la orfebrería, incluso cuando las manufacturas prevén la inserción de aparatos ornamentales más complejos. Las figuras hechas por fusión se caracterizan por una definición nítida y precisa y presentan sabias y minuciosos acabados a cesello. Durante la octava década del siglo XVIII el volumen de resultados de la Matriz (1783-1844), registra varios pagos realizados por el procurador de la Catedral antigua en favor de «dell’Argentiero y Rev. Sacerdote Bonaventura Caruso», un indicador de una estrecha relación de confianza que el artista establece con la comisión eclesiástica milazzese. En mayo de 1780 se le confió la delicada restauración del monumental tabernáculo en estilo gótico, en 1785 la ejecución de la corona de San Esteban protomartire cuyo costo asciende a «19 Onze» y aún el majestuoso ostensorio dedicado a San Giacomo que nos ha permitido referir con certeza la obra a este autor y trazar un primer recorrido artístico.

Entre 1787 y 1788 realiza otras dos coronas, género en el que era evidentemente muy solicitado. Curiosamente en la fila de los gastos también se informa de una intervención de restauración en el brazo del relicario de Santo Stefano, que sin embargo lleva un punzón consular del mismo año «P.R.C.88» colocado junto al escudo cruzado y las siglas indescifrables del creador. Sobre este platero, en razón del primer corpus de obras rastreadas por el escritor a Milazzo, recientemente Giovanni Travagliato ha ampliado su catálogo gracias al descubrimiento de un importante núcleo de documentos encontrados en el archivo parroquial de Geraci Siculo y en el de Mistretta, sobre un candelabro y dos preciosas coronas de oro para la estatua de mármol de Nuestra Señora de los Milagros.

De los papeles de archivo se desprende claramente la confianza que el cliente depositaba en la obra del platero de Messina, al que evidentemente no le interesaba vincular la obra a la firma o sigla del creador, sino que atribuía gran importancia a la firma consular, por lo tanto el mismo Caruso, como para Milazzo, se hizo cargo de llevar los artefactos al consulado de Messina y también se obligó a entregar un verdadero certificado «jurado» con el fin de verificar el quilate real del oro utilizado para las coronas. El sello de nuestro maestro que debería tener las iniciales «B.C.» no aparece en cambio ni en estas ni en otras obras determinadas trazadas gracias a las descripciones precisas de los mapas de archivo consultados por el estudioso. En no pocas piezas identificadas en Geraci Siculo se detectó, sin embargo, la bulla «P.C.

En cuanto a la Cruz procesional de Milazzo, hay que señalar que la obra, por desgracia, ha sufrido en el pasado un gran retoque. La compensación torpe alteró la destrucción de los relieves figurados en las tablas y previó el perjudicial uso de estaño para las soldaduras. Además, la probable pérdida del evangelista Marcos ha dado lugar a la inserción arbitraria en el anverso del medallón oval que representa a la Virgen con el Niño marcado por un sello consular del siglo XIX. La restauración actual y providencial no podrá remediar los daños causados por el desmontaje y reensamblaje, sin embargo, la limpieza, la reconfiguración de las secciones de lámina deformada, La eliminación de los dañinos clavos de hierro oxidados sin duda ayudará a mejorar la lectura de esta notable cruz procesional.

Buda V., Lanuzza S. (a cura di), Tesori di Milazzo. Arte sacra tra Seicento e Settecento., Milazzo 2015