
En su interior, al que se accede a través de un pronao, hay que recordar el altar de madera del siglo XVIII sobre el cual se encuentra la estatua policromada de finales del siglo XVI de San Rocco y a cuyos lados estaban colocados dos lienzos, San Giacomo y L’Addolorata, robados en 1987, así como otras obras. Para recordar también un monumento de mármol de un marinero de la Marina Mercante que data de 1876.
En julio de 1743 esta iglesia fue protagonista de un evento prodigioso: durante la procesión de la Virgen del Carmine, mientras que en Messina había una peste, a la altura de San Rocco, se abrieron las puertas de la iglesia y la figura del Santo benedicente se erigió sobre la cúpula como señal de protección para la ciudad.