San Francisco de Paula

Autor: Desconocido escultor del sur

Datación: Mediados del s. XVIII

Material: Madera tallada y pintada

Dimensiones: cm 180×89 aprox.

Lugar: Milazzo, iglesia de Jesús y María

El simulacro representa a San Francisco de Paola, copatrono junto con Santo Stefano Protomartire de la ciudad de Milazzo. Aunque es un objeto de antigua y viva devoción, así como de indudable calidad y mencionado por una amplia literatura , carece de estudios específicos y científicos destinados a investigar y aclarar sus acontecimientos ejecutivos. Según lo informado por Antonio Micale y Giovanni Petrungaro, habría sido realizado en 1702 por un desconocido artista napolitano, después de una deliberación realizada por el Consejo General de Milazzo, de 1696, que preveía la proclamación del Santo calabrese como protector de la ciudad del Cabo. Esta información, sin embargo, por circunstanciada que sea, no puede ser aceptada sic et simpliciter en los escritos de los dos eruditos, y a menudo refutada por testimonios documentales inequívocos o, en el caso de referencias a obras de arte, por evidentes diferencias estilísticas.

En concreto, la estatua del Santo de Paola, aunque probablemente se encuentra en el ámbito partenopeo, o al menos meridional, en ausencia de documentos, dejaría sugerir una datación un poco más tardía que la ya recordada y posterior, de unos lustros, en el asedio realizado por los españoles en 1718-1719, durante la guerra de la Cuádruple Alianza, que causó varios daños al patrimonio artístico milazzese, careciendo de ese dinamismo vivo y acentuado, así como de ese refinado decorativismo que connotan las esculturas napolitanas de los primeros años del siglo XVIII y que se reconocen, en cambio, por ejemplo, en muchas obras de Nicola Fumo y de Giacomo Colombo. Muy difundida es, por otra parte, como en otro lugar argumentado, la presencia en el messinese de esculturas de madera napolitanas, algunas de las cuales son atribuibles a artistas bastante establecidos como Giuseppe Sarno, Francesco Di Nardo y Filippo Colicci, o a escultores menos conocidos, vome Francesco Antonio De Mari, del cual es, precisamente en Milazzo, en la iglesia de San Papino, un San Pasquale de Baylon, firmado y fechado 1750, obra de cierta calidad aunque de entonación bastante devocional.

El simulacro del Santo de Paola ha sustituido una estatua más antigua – a la que se hace mención en las Memorias de la Ciudad de Milazzo del padre paolotto Francesco Napoli, en relación con una milagrosa aparición de San Francisco a un niño ocurrido en 1582 – y, en su ubicación actual, sobre el altar mayor de la iglesia de Jesús y María, una antigua pintura que la devota tradición quería haber sido realizada por su propio fundador de los Mínimos – sobre la puerta de la casa de la beata Candida, cuyos restos están reconstruidos en la misma iglesia – en memoria de su estancia milazzese y que, destruido por un incendio en 1908, podría identificarse quizás con la imagen del Santo «de pintura sobre tabla, y de pincel para lo que parece peregrino», recordada por el sacerdote capuchino Francesco Perdichizzi en su Melazo Sacro. Muy arraigado en Milazzo, el culto de San Francisco de Paola se hunde, naturalmente, sus orígenes en la permanencia del santo in situ. Según la tradición, de hecho, se habría quedado en la ciudad siciliana entre 1464 y 1467 (pero más realista entre 1479 y 1482) fundando la iglesia de Jesús y María y el convento adyacente, en el sitio donde estaba una vez la pequeña iglesia de San Biagio dei Ragusei, edificio cuya existencia atestigua la presencia en Milazzo de una «nación» de la antigua y floreciente República de Ragusa o de San Biagio, sobre la que nada se refiere la literatura local.

Son numerosos los episodios milagrosos de los cuales, según los escritos hagiográficos, el Santo se habría hecho protagonista en la ciudad siciliana, desde la curación de un hombre golpeado por un rayo hasta la liberación de un condenado inocente, Como por otra parte ilustran algunas pinturas colocadas en los altares laterales de la iglesia del santuario paolotto. No se encuentra ninguna referencia a ellos, sin embargo, en nuestro simulacro, representado según una iconografía bastante tradicional pero que difiere en parte de la más difundida que ve al Santo retratado en el acto de agarrar el bastón, apoyo físico en su continuo peregrinar, o con las manos unidas en oración, según los modelos formulados por dos distintos retratos realizados por el verdadero, uno realizado presumiblemente durante la estancia en Nápoles, a la corte de Ferrante de Aragón, en 1483, el otro trabajo del pintor francés Jean Bourdichon, valet de chambre de Luis XI, ambos perdidos pero fuente de inspiración para muchísimas obras pintadas posteriormente; o aún en el acto de cruzar, con un fraticello, el Estrecho de Messina sobre su manto, utilizado como casco y vela. La estatua milazzese representa al Santo parado, con los brazos extendidos hacia adelante en acto de invocar a Dios, vestido con la típica «paciencia», la pesada túnica negra larga hasta los talones munita de capucha, largo a su vez hasta la mitad de los fémures tanto delante como detrás, y con dos zócalos altos en los pies, calzado que según la regla de los frailes paulinos habrían sido preferentemente de madera, o de paja, o de juncos.

Desde el punto de vista ejecutivo y estilístico, la obra muestra aparentes afinidades con una inédita escultura de similar sujeto pero de dimensiones reducidas, celosamente custodiada en los locales del santuario paulino y considerada modelo preparatorio tanto por los Mínimos como por los devotos. Aunque evidentemente es diferente, en efecto, la pose del Santo, en el boceto realizado con la mano derecha al pecho y la izquierda en el acto de sostener el bastón, análogo resulta ser el paño de la parte inferior de la túnica, similares, por cuanto simplificados, El modelado de la barba y los rasgos faciales. Traducción en mármol de nuestro simulacro puede, en cambio, considerarse la estatua colocada en el centro de la escalinata escenográfica con doble rampa que conduce a la iglesia del Santuario, realizada, como lo recuerda un epígrafe, en 1760 por voluntad del Senado de Milazzo. La obra encuentra además un precedente inmediato, en el ámbito local, en el San Francisco de Paola hoy en la iglesia de Santa Maria dell’Arco, en Messina, realizado por Ursino Mari en 1712 y, por supuesto, un ilustre término de comparación en el simulacro del Santo realizado en 1732 por Giovan Battista Maino para la Basílica de San Pedro en Roma.

Buda V., Lanuzza S. (a cura di), Tesori di Milazzo. Arte sacra tra Seicento e Settecento., Milazzo 2015