Nuestra Senora De Los Des Emparados de Valencia

Autor: ¿Pintor español o ámbito mesinense? (sec. XVII)

Fecha: Séptimo siglo. XVII

Material: Óleo sobre lienzo

Tamaño: cm 150×100

Lugar: Milazzo, iglesia de SS. Maria del Rosario

El padre Perdichizzi, en su importante manuscrito, recuerda que la pintura de Nuestra Señora de los Emparados de Valencia fue donada a los frailes capuchinos «desde hace pocos años […] por la nación española» y fue colocado por ellos en el altar de su iglesia anteriormente dedicada a la Inmaculada y luego dedicada a la nueva y venerada imagen valenciana. Nuestra Virgen de los Abandonados se remonta probablemente a la séptima década del siglo XVII, también por su entorno arquitectónico ligado al aspecto iconográfico que esta imagen asume en España precisamente en la segunda mitad del siglo XVII. La reciente y providencial restauración ha devuelto la legibilidad completa a la pintura que presenta los caracteres típicos de la pintura devocional española y aparece de notable interés hagiográfico e histórico documental.

Las representaciones pictóricas o las numerosas xilografías de la Virgen de los Desamparados dependen de una antigua escultura muy venerada en Valencia que antes de la institución de la capilla oficial, en 1667, fue custodiada por la Cofradía denominada de Nuestra Señora de la Sacta María dels Ignoscens. El título estaba ligado a la fundación del primer hospital para locos llamado Hôpital des Ignoscentes, Folles et Orats, creado en el siglo XV por Benedicto XIII y luego puesto bajo la protección de la Virgen.

La característica original de esta iconografía aparecía vinculada precisamente a los Santos Inocentes, figuras infantiles aplicadas, a media altura, sobre el manto de María y siempre representadas desnudas y en actos de adoración. El gremio religioso desde su fundación tenía entre sus tareas la de acompañar los ataúdes de los ejecutados, sobre la caja, durante la misericordiosa ceremonia, estaba extendida una escultura en relieve de la Virgen. Se debe a los miembros del aquelarre la reproducción palmar de la estatua hecha en pinturas especiales llamadas telclavario, por los clavarios de la Hermandad que seguían los ataúdes de los condenados a muerte, y aún en razón del altar improvisado en la capilla montada precisamente en la casa de los portadores. Los caracteres iconográficos del simulacro habían sido fijados en junio de 1493 con privilegio real del rey Fernando de Aragón quien, en esta ocasión, decidió adoptar el título de Nostra Dona Desamparatos. La escultura fue hecha de papel maché para facilitar el movimiento y con la espalda plana para poder ser colocada fácilmente en el ataúd. La configuración incluía un cojín debajo de la cabeza para permitir la visibilidad del rostro tanto de la madre como del niño, aspecto que en la transposición sobre el lienzo a menudo provocaba forzamientos o deformaciones, En el mismo momento de la posición inerte del brazo, ya que la figura estaba volteada hacia adelante. Esta escultura o icono – féretro cuando se colocó en vertical era bastante antiestético por lo que se cubrió con un manto, atributo que no entra en la iconografía de la Virgen de la Misericordia o de la Virgen de la Merced, pero es un «elemento accesorio y no intrínseco al ser éstee símbolo de protecciòn, como en las mater omnium».

La tela donada a los frailes capuchinos presenta todas las características típicas de las pinturas españolas que entre los siglos XVI y XVII representan la imagen de este simulacro. Por lo tanto, la obra reproduce una figura yacente en posición vertical, la simulación no implica sin embargo en nuestra pintura, como ocurre en las obras españolas, la singular postura de la cabeza de la Virgen a menudo empotrada y llevada hacia adelante, el brazo derecho asume, Al igual que en las representaciones valencianas, una postura distendida y inerte a lo largo del cuerpo, se propone también la adición de la capa, accesorio funcional que no entra en los símbolos de protección, pero se utiliza, como ya se ha expuesto, para enmascarar las imperfecciones debidas al carácter escultórico original. Están presentes los principales atributos de esta imagen mariana, la vara a la parrilla, retenida en la mano derecha y realizada con rigurosa atención, la corona, las figuritas de los Santos Inocentes colgados en actitud de oración, la gran cruz que lleva el Niño, acercando su rostro al de su madre (todos símbolos relevantes para la antigua Hermandad); por último, se concede un notable relieve a las volutas de unión pintadas de rojo alusivo en la parte delantera de la caja. El vestido está adornado con joyas, de largas collares de coral, ex votos y sobre todo de las insignias de la Orden de Malta. Parece conforme a las representaciones españolas el tipo de la corona con joya central en forma de escudo, y aún la presencia del halo y los rayos lanceolados. En el lienzo están presentes también en segundo plano las almas purgantes, cita frecuente en las representaciones marianas y que en nuestro caso se ajusta bien con el original tema hagiográfico ligado a la misericordiosa asistencia de los desamparados y de los condenados a muerte. Particularmente interesante es la elaborada corona que alterna rayos dorados y rojos. El tocado real alude claramente a los ataúdes de Aragón antiguo emblema heráldico de la corona adoptado por la ciudad de Valencia formado por bandas rojas sobre fondo dorado.

Estilísticamente la obra de Milazzo presenta todas las características icónicas de los lienzos del tipo «clavario», sin embargo, en el ámbito de la restringida y férrea codificación iconográfica de esta imagen, realizada seguramente sobre la base de un grabado, encontramos un lenguaje formal que denota, en la fisonomía suavizada y menos severa del rostro de la Virgen y en el modelado realizado a través de la definición luminosa de los blancos y del rosa intenso de las mejillas y de los labios, una serie de pistas formales que nos llevan a las obras devocionales queridas en el círculo de Francisco Zurbarán y sobre todo al ámbito de las imágenes, ingenuas y atractivas, creadas por la pintora Josefa se Ayala y Cabrera y su grupo de colaboradores. La artista, famosa por sus naturalezas muertas, excelente ejecutora de adornos preciosos y de bonitas figuritas del Salvador, representadas como pequeñas estatuillas vestidas, se caracteriza y se impone por la espontaneidad y la copiosa producción de temas devocionales y de innumerables trabajos grabados en buril destinados principalmente a las comunidades monásticas. No se excluye que la obra haya sido realizada, sin embargo, por un artista local que disponía de un preciso modelo español además de un buen conocimiento de la cultura ibérica, un pintor dúctil y dotado para las representaciones agraciadas y los detalles decorativos preciosos. Un autor capaz, tanto como insospechado, capaz de traducir los aspectos salientes del venerado icono de la Desamparados, pero que no acoge, sin embargo, la caracterización hagiográfica con la inclinación de la cabeza de la Virgen, típica «del icono-feretro» Aspecto incomprensible si no se conoce la iconografía original.
 
 
Buda V., Lanuzza S. (a cura di), Tesori di Milazzo. Arte sacra tra Seicento e Settecento., Milazzo 2015